En el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española se define plagio como la acción de «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias».1 Desde el punto de vista legal es una infracción al derecho de autor acerca de una obra artística o intelectual de cualquier tipo, en la que se incurre cuando se presenta una obra ajena como propia u original.
Así pues, una persona comete plagio si copia o imita algo que no le pertenece y se hace pasar por el (la) autor(a) de ello. En el caso de documentos escritos, por ejemplo, se tipifica este delito cuando, sin uso de comillas o sin indicar explícitamente el origen, ni citar la fuente original de la información, se incluye una idea, un párrafo o una frase ajenos.
Esto constituye específicamente una violación a la paternidad de la obra, considerada dentro del marco de los derechos morales.
Plagiar es robar ideas
La palabra plagio procede de la palabra latina plagium, que significa secuestro. Secuestrar es robar personas. El plagio consiste en robar las ideas o las palabras de otra persona. No se te ocurriría robarle a alguien la comida o la bicicleta, ¿verdad? Pues bien, las palabras e ideas de las personas también son propiedades personales.
¿Qué debería haber hecho Chris? Debería haber anotado la dirección de la página de Internet y el nombre del autor que escribió el artículo. Entonces podría haber incorporado la información dando crédito a la fuente. Los profesores tienen distintas normas sobre cómo deben citarse las fuentes. A veces, basta con proporcionar la lista de las fuentes consultadas al final del trabajo. Otras veces, el profesor tal vez prefiera que cites la fuente inmediatamente después de la información que extrajiste de ella. O tal vez podrías mencionar la fuente en la misma frase que facilite la información [por ejemplo: "Según los National Institutes of Health (Institutos Nacionales de la Salud), respirar humo del tabaco fumado por otras personas puede provocar problemas en los niños asmáticos".]
Todo esto no debería ponerte nervioso e impedirte utilizar páginas de Internet, libros y otras fuentes. Es estupendo poder obtener información procedente de expertos en la materia sobre temas que apenas conoces. Solo tienes que asegurarte de indicar dónde obtuviste la información. Si actúas de este modo, estarás fuera de toda sospecha.
No siempre es fácil saber qué es un plagio y qué no lo es. A veces es algo accidental o involuntario; realmente intentabas hacer tu propio trabajo pero, en lugar de ello, acabaste redactando algunas frases que se parecen mucho a algo que habías leído. Tal vez no haya sido intencional pero, si no identificas la fuente original, te arriesgas a tener muchos problemas.
De modo que, incluso si redactas la información con tus propias palabras, también deberías citar la fuente. Pregúntate a ti mismo: "¿Lo sabría si no hubiera leído esa página de Internet o ese libro?" Si la respuesta es no, cita la fuente.

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